jueves, 17 de febrero de 2011

Al Cuarteto Imperial

(Carta a las famosas chicas del cuarteto imperial al finalizar su pasantía aquí con el suscrito)

A ver mis niñas,

Hemos llegado (para bien suyo) al final de este corto (aunque para algunas pudo ser eterno) pero sustancioso proceso. Las he visto, y debo agregar que con mucho agrado, crecer pedagógicamente hablando de una manera casi inusual. Me es grato recordar los primeros malgenios, las primeras rabietas, las decepciones, esos amargos y casi obligados HASTA LUEGO!!! de mas de una de ustedes.

La docencia no se trata de lo que nos hablaron en el colegio, o lo que entendimos en la universidad, o lo que pensamos que es; no, la docencia nunca se ha tratado de enseñar. La docencia siempre se ha tratado de aprender. De aprender de los estudiantes a dictar clase, de aprender a lidiar con sus problemas antes que con los tuyos, de entender en los momentos difíciles, de ser un malparido a toda carrera en cada exámen y hacerles entender que eso es solo una prueba, no una evaluación; de llegar temprano para saber que hacen antes de tu clase y de irse de último para darse cuenta que no esperan; esto es de dedicación, de malas recompensas inmediatas, de pistolas bajo la mesa e insultos por la espalda, esto es de aguantar, de esperar que todo mejorará, de tener mamá de caucho. Dejemos la enseñanza a los maestros, concentremonos en ser buenos docentes, ya que si alguna vez eres nombrado con ese tan loado título, sea como un rótulo, no para que lo lleves, no, para que ellos lo manifiesten a tu entrada y salida.

He aprendido mucho mas que lo poco que pude darles, siempre les dije que ustedes sabían mas que yo... ahora, lo sostengo. Gracias por aguantarse este personaje tanto tiempo.

Unzziped Zip.
 


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