Entre mis buenos recuerdos está uno de mis primeros disfraces..... de todas maneras eran otros tiempos.... Superman podía hacerse con bota de caucho roja, sabíamos quienes eran y admirábamos a Kaliman y Solin, ponerse unas mallas lilas con un antifaz pintado con el betún de la casa podían hacerte ver como el fantasma........ y BATMAN era gris con azul.....
Los superheroes no lo eran todo (y no habían tantos monachos) uno podía ser un campesinito, mis amigas unas ñapangas, mis primos unos piratas y la vecina mamasita con el vestido de la primera comunión podía parecer una princesa...... O también..... podían tener unos papas como los mios.... muy recursivos y adaptados a la situación..... y podías ser..... UN LÁPIZ!!!!!!
Una sudadera amarilla, unos zapatos grises, sombrerito plateado con tela naranja encima y una caja forrada de un papel brillante con trozos de cartulina negra simulando un tajalapiz eran suficientes para ir a pedir dulces con tus papás..... No había grandes centros comerciales acá en Pasto aparte del Sebastian de Belalcazar así que uno salía a pedir confites al barrio, uno cantaba triqui triqui, uno se indigestaba una semana con confites de anís y moritas....
Esos eran buenos tiempos. Dicen que recordar es vivir pero muchas veces ese recordar es mas bien querer que algunas cosas si fueran como antes..... Por eso este post es en honor a los tantos y tantos niños de mi generación y anteriores que pedimos confites muertos de frió pero todos felices.....
Una recomendación.... hagan memoria de sus disfraces de niños; es una buena terapia....
Los superheroes no lo eran todo (y no habían tantos monachos) uno podía ser un campesinito, mis amigas unas ñapangas, mis primos unos piratas y la vecina mamasita con el vestido de la primera comunión podía parecer una princesa...... O también..... podían tener unos papas como los mios.... muy recursivos y adaptados a la situación..... y podías ser..... UN LÁPIZ!!!!!!
Una sudadera amarilla, unos zapatos grises, sombrerito plateado con tela naranja encima y una caja forrada de un papel brillante con trozos de cartulina negra simulando un tajalapiz eran suficientes para ir a pedir dulces con tus papás..... No había grandes centros comerciales acá en Pasto aparte del Sebastian de Belalcazar así que uno salía a pedir confites al barrio, uno cantaba triqui triqui, uno se indigestaba una semana con confites de anís y moritas....
Esos eran buenos tiempos. Dicen que recordar es vivir pero muchas veces ese recordar es mas bien querer que algunas cosas si fueran como antes..... Por eso este post es en honor a los tantos y tantos niños de mi generación y anteriores que pedimos confites muertos de frió pero todos felices.....
Una recomendación.... hagan memoria de sus disfraces de niños; es una buena terapia....